miércoles, 29 de marzo de 2017

La Bombilla... (Parte I)

Desde el centro del techo de la habitación bajaba  el cordón que sujetaba la única bombilla que había en la casa. Para Roberto, el cambiar de habitación por la noche suponía trasladarse con la bombilla. La última vez  se dejó la piel de tres dedos, así que pensó en no cambiar de habitación nunca más.
Se puede decir que la unicidad de aquella bombilla le obligaba a prescindir del resto de estancias. Reunió lo preciso para vivir y lo distribuyó en círculos.
 Alrededor del camastro dispuso su ropa: una chaqueta azul, un pantalón marrón unos calcetines “sin tomates” y las deportivas blancas. Al fondo a la derecha su toilette: un orinal. A la izquierda la cocina: un plato y un cuchillo. El centro lo ocupó con la mesa y la silla. Colocó los doscientos libros apilados que aún le permitían soñar y el billete de tren.
E.Q.B.

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