martes, 28 de marzo de 2017

El cambio...

No quiero volver a verte nunca más”, fueron las últimas palabras pronunciadas por Ramón Cortázar a su exjefe.

Cambió su lujosa vida de bróker por la de ermitaño, tras conseguir el puesto vacante en una ermita de los Alpes suizos.
En su nuevo trabajo no había calefacción, ni agua corriente, ni internet y por supuesto, no tenía sueldo.

Llevaba un año sobreviviendo en aquellas condiciones y, definitivamente, era su ideal de vida.

Lejos quedaban el estrés de los números y las vueltas de silla giratoria, y desde hacía cinco meses tampoco se le aparecía la lucecita amarilla que alumbraba las latas de cerveza del frigorífico. Sin embargo, Ramón aún soñaba con porciones de pizza.
E.Q.B.

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