unque al soplar intentaba ser
todo lo delicado que mamá ogro le había dicho miles de veces, lo cierto es que
las tazas con el chocolate y los platos para la tarta volaban por toda la
estancia y se estampaban contra la puerta de piedra de la cueva haciéndose
añicos. Los niños invitados este año a su fiesta de cumpleaños se agitaban en
las sillas a las que estaban atados, gritando que alguien viniera a sacarlos de
aquel infierno. Darío, el bebé ogro,
disfrutaba con los “amiguitos” que le habían traído para su
“cumple”.
Con los chicos jugó a la
trituradora. Las gemelas tuvieron el honor de ser usadas para el lanzamiento de jabalina, su juego preferido.
Y las tres rubitas hicieron de bate en el partido de baseball. Las pelotas eran
todas pelirrojas…
E.Q.B.
E.Q.B.
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