lunes, 3 de abril de 2017

El Último Mentolado...

S
olo le quedaba un cigarrillo, y de los mentolados. Le repugnaba ese tabaco. Bueno, realmente a estas alturas quedaban pocas cosas sobre la faz de la Tierra que no le repugnasen.
Tenía que fumárselo, y además, debía durarle cinco idas y venidas por la alameda. Lo tenía controlado todo: el número de pasos hacia arriba, el momento exacto de girarse,  los mismos pasos hacia abajo, y así una vez y otra, y cada seis paseítos de éstos, un cigarrillo.
Él, la miraba desde la ventana rota, y hacia una rayita en el papel cada vez que Eloisa dejaba escapar un coche. Cada raya, un bofetón. Así estaba establecido.
Le quedaba el último giro.
Por fin vio aparecer el coche rojo por la cuesta. Tiró el cigarrillo con rabia, levantó la mano y se montó.
Desapareció, y esta vez para siempre.
E.Q.B.

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