C
uando Rosa cerraba los ojos e inspiraba fuerte, lo veía
y lo olía. Era un momento mágico.
Hacía ya dos meses que su Paco se había ido para siempre,
dos meses en los que la rutina se había acomodado en su vida y en los que se
alternaban las lágrimas con las pocas ganas de hacer algo.
Cincuenta y dos años juntos eran muchos años, y más de
los años de entonces, de los años en que uno se convertía en la piel del otro.
Tenía los álbumes delante, y se pasaba el tiempo
repasándolos una y otra vez. Así, traía a su recuerdo cada momento vivido:
"¡Hay que ver,
cómo nos pintaban!, vaya colorete que nos ponían, ¿y los labios?, Paco, tú nunca te pintaste los labios, sólo
aquel día de disfraces, ¿te acuerdas? ¡Qué risas, qué bien lo pasamos!, ¿a que
sí?. Tu hermana, que en Gloria esté, la
armó gorda. ¡Ay, qué Madrid el de entonces!
Mírala, aquí está con aquel novio que tenía. Juanito se
llamaba. Mira que era delgado y feucho. Menos mal que lo dejó.
¿Dónde fue la fiesta? ¿Dónde? ¡qué va!, si en Cuatro
Caminos no conocíamos a nadie. Fue por Embajadores, en el patio de aquella
corrala, donde pusieron tres tableros sobre unos caballetes y cuatro sillas. Aquel
Juanito se apoyó demasiado y tiró el barreño con sangría y ya no pudimos beber más. Después, tú te
quemaste la lengua con el chocolate caliente y te fuiste a mojarla a una
fuente. Me decías: - ay Rosa, que se me ha pelado entera. – ¡Por dios!, si nos
llegan a pillar los guardias a vosotros de señoritas y a nosotras de golfillos,
nos meten en el calabozo por lo menos, y más aún después de lo de tu hermana. Es
que vaya idea que le dio. Y no la defiendas, Paco, que sólo a ella se le ocurre
tirar de la barba al pobre viejo para ver si era de verdad o postiza. Menudos
lagrimones se le saltaban al hombre. Esa era la influencia del novio aquel,
¿mira cómo cambió cuando conoció a Manolo?
¿Qué dices? Que no insistas, Paco, que fue en Embajadores.
A Cuatro Caminos irías con otra. ¡Ay, rufián!
Sí, mis celos, tú, que bien que me los dabas. Tengamos la fiesta en paz."
E.Q.B.
E.Q.B.
muy buena cronica, sigue asombrandonos con tu talento.
ResponderEliminarGracias, sorprender, para bien, siempre es un halago.
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