Tan ligero es el amor como el olvido.
Pero no todo lo vivido es perecedero. Las huellas no, las cicatrices no.
No todo es como lágrimas en la lluvia, ni aun llegando el momento de morir.
Lo de siempre permanece. Lo hondo permanece.
Es y está.
Por siempre, para siempre.
He visto construcciones sólidas, sin grietas a primera vista. Moles de hormigón compactas.
He visto llover ligeramente.
Y he visto llorar a la mole.
Así ocurre con los sentimientos, con las acciones, con lo dicho y lo no dicho. Con lo hecho y lo no hecho. Así es. Dejan marca, y para siempre.
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