lunes, 29 de mayo de 2017

Se Perdieron...

E

l suyo no era un amor quinceañero, ¿o si? ¿Quizá un amor maduro? Puede ser. Era un amor eterno, sin duda, del de siempre, del de toda la vida, del de todas las vidas. Porque se conocían desde el principio de los principios, y se amaban igual. Y en cada vida se habían encontrado. Solo que ésta los pilló a contrapié. Con sus historias mundanas ya hechas. Con sus raíces echadas en otro bosque,  derramando su savia sobre otras hierbas. Y se les vino encima. No supieron distinguir su amor verdadero de esos otros amores. No quisieron. Demasiado dolor, ¿valía la pena? ¿Y si se fallaban de nuevo, como antes, como en aquel entonces en que no se dijeron nada pudiéndose decir todo,  cuando eran libres? Les pesó tanto esa balanza que decidieron comprenderse, perdonarse, y correr cada cual su camino con la esperanza de reencontrarse libres en la próxima  vida; les pesó tanto esa balanza… que en ésta se dejaron escapar, y se perdieron.
E.Q.B.

La Bombilla...(Parte IV)

L

a kioskera desarmó ese paquete extraño y palpó la bombilla. Su mente comenzó a dar significado a aquello y a las palabras pronunciadas por Roberto. Él seguiría siendo su luz. 
Roberto, ya de regreso en su casa, comenzó a empaquetar las cuatro cosas que le acompañarían en el viaje. Sitio especial hizo para su nueva pipa aún no estrenada. Los libros los guardó en las cajas que tenía preparadas para ellos. Acarició el billete y lo metió en el bolsillo exterior del macuto de mili que aún conservaba. Y poco más, porque la ropa la llevaba casi toda encima. Recordó coger el cuchillo. Y el plato también ¿por qué no?

Sacó las cajas de libros al descansillo y sobre ellas escribió: “ENTREGAR EN EL KIOSKO DE LA ESQUINA. ME INTERESARE POR ELLOS”. Tenía que confiar en los vecinos.

Había llegado el día. El Lusitania le esperaba en un andén, el que fuera, le daba igual. Se imaginaba entrando por la estación de Chamartín y escuchar a un speaker por un altavoz: “ Trenhotel Lusitania, estacionado en vía cinco, a la espera de Don Roberto Bustamante para efectuar su salida.”

Bajó las escaleras de dos en dos. En la calle llovía. Resbaló al salir, casi se cae. Llevaba en la mano el euro cincuenta que le costaba el metro. Lo tenía cerca. Se subió y al sentarse observó que la chica de al lado leía un tríptico del Trenhotel Lusitania.  ¿Coincidencia, casualidad, destino? La observó bien.  Morena, pelo rizado, gafas, ni gorda ni flaca. Ni mochila ni maleta.

-Perdona, me llamo Roberto y en una hora voy a estar dentro de ese juguete.

-¿Cómo dices?

-Que en menos de una hora me voy a montar en ese tren.

-¡Ah!  Yo también.  En el Lusitania, sí. Tengo muchísimas ganas.

-¿Y tu equipaje?

-Lo necesario lo llevo en mi bolso. Voy de aventura. Ni siquiera mochilera.

Ahora, la voz del speaker cambió en su cabeza: “A la espera de Don Roberto Bustamante y compañía”

-Por cierto, ¿cómo te llamas?

-Arantxa


-Yo Roberto. Ya te lo había dicho.


-¿Ah, sí? Perdona, estoy ocupada.


-Y yo nervioso.

Buff, esto promete y estoy en el metro. 

E.Q.B.

www.renfe.com/viajeros/viajes_internacionales

lunes, 22 de mayo de 2017

SIEMPRE

Tan ligero es el amor como el olvido. 
Pero no todo lo vivido es perecedero. Las huellas no, las cicatrices no. 
No todo es como lágrimas en la lluvia, ni aun llegando el momento de morir.
Lo de siempre permanece. Lo hondo permanece. 
Es y está.
Por siempre, para siempre. 
He visto construcciones sólidas, sin grietas a primera vista. Moles de hormigón compactas.
He visto llover ligeramente.
Y he visto llorar a la mole.
Así ocurre con los sentimientos, con las acciones, con lo dicho y lo no dicho. Con lo hecho y lo no hecho. Así es. Dejan marca, y para siempre.

martes, 16 de mayo de 2017

La Nana...

V
en a verme cuando duerma,
Quédate junto a mi cama.
Dime el cuento de muñecas,
Luego cántame la nana. 


 
Canta: " duérmete mi nena,
Sin temer la madrugada. 
Hoy está la luna llena
Y se refleja en tu cara.
En tu carita de rosa,
En tu carita rosada.
Duérmete así mi nenita,
Mi nenita adorada".




Ven y cúbreme de besos,
Ven y abrázame el alma,
Que de llorar se me muere
Al despuntar la mañana.
                                                      E.Q.B.

viernes, 12 de mayo de 2017

La Barca...

A
 veces imagino que las cosas me ven, a mí y a todos, las cosas tal y como las entendemos, con sus volúmenes y formas. Les pongo ojos donde me da la gana; a algunas brazos y piernas. Y en ocasiones, hasta una pila que les permita tener sentimientos. 
Y así pensé de la barca que aparece en este blog. Estaba “depositada” sobre un césped de un paseo marítimo.
Por delante de "ella" hemos pasado montones de almas; unas, para reducir el colesterol; otras, para bajar algún kilo; otras, corriendo, o en bici, (ay perdón, haciendo running y powerwalking y cicling, asi que reducing-colesteroling y burncaloring – hay que joderse). Otras, detrás de niños que corrían a los columpios cercanos, paseaban perros o simplemente paseaban. Da igual.
Me apuesto un brazo, y no lo pierdo, que exceptuando el turista despistado tira-fotos, ninguno nos habíamos percatado de la existencia de la barca, más allá de pensar en el chisme éste que hay que bordear, que me quita algo de vista, que está algo vieja y descuidada, que acércate perrito y levanta ahí la patita. Y mientras tanto, ella, y me apuesto el otro brazo, mantenía un recuerdo de todos nosotros; de los tortolitos que ayer iban de la mano y se besaban a su lado y hoy ya empujan un carrito de bebé; del matrimonio mayor que iba y volvía a paso lento y que un día dejaron de ser dos; de las chicas y sus risas contagiosas que hacían estremecer los tablones de más de uno (los de la barca también), y de los chicos y sus silbidos al paso de ellas. Los gritos y llantos de los unos y las otras…, en fin, recuerdos de nuestras vidas. 
Hoy ya no está. Y al parecer no la han “depositado” en ningún otro sitio donde pueda ver “people” haciendo “peopling”.
Es para mí un orgullo que la fotografía que elegí un día como identificativa de mi blog, sea la constancia, al menos en este marco, de su existencia. 
E.Q.B.

martes, 9 de mayo de 2017

Cuarta Foto: La niña con lazos...

M

ientras cerraba los ojos, recogía un álbum rojo, pequeño, que estaba sobre el sofá.

El cerrar los ojos de Rosa suponía  una cabezada siestera en la que podía ocurrir de todo: soñar, o no; acolcharse el paladar, ladearse en el sofá y levantarse con un dolor de cuello y cabeza de mil diablos, y, por supuesto, con un humor de perros, o despertarse renovada. Cualquier hora del día era buena, pero por la tarde temprana, la oportunidad la pintaban calva.

Rosa no cerró, más bien apretó los párpados, unos contra otros, mientras que sus manos se relajaban  y, poco a poco, el álbum de fotos se deslizaba  por las piernas hasta acabar casi en sus tobillos.

En una cámara oscura, destellos de luz blanca alumbraban  paredes y suelo intermitentemente. De derecha a izquierda pasaban personas desconocidas para ella. Su padre, sentado en el sofá verde de casa, el mismo en el que ella se había quedado dormida, ponía su mano sobre el hombro de una niña con lazos en las coletas. La niñita estaba  contenta, se reía, mientras que miraba a ese señor de traje azul a rayas, que la decía hola con la mano desde la esquina. ”Paco, ¿la quieres?, ¿nos la llevamos?”, Él decía que no con la cabeza a la vez que la niña se sentaba en las rodillas del padre. La mayoría de las personas desconocidas pasaban de largo a paso ligero, pero una señora vestida con hábito blanco se paró frente a ella y la dijo: “no te la puedes llevar”; -“Es mi padre quien la tiene. Él me la regala”-contestó Rosa. De repente, la niña saltó de las piernas del padre al suelo, y agarró del hábito a la monja. Al tiempo que ellas retrocedían hacia una farola, y el padre las seguía, Rosa miraba a Paco, que continuaba agitando la mano: “¿por qué no la traes?, ¿por qué? 
Se despertó sobresaltada y el álbum cayó definitivamente al suelo, quedando abierto por la página con la fotografía de la niña que estuvieron a punto de adoptar. 
Al tenerlo de nuevo en la mesa, Rosa pasó los dedos despacio sobre la foto de la niña con los lazos. “¡Ay, Paco, tú siempre tan tuyo. Mírame ahora, qué sola! Y mi padre, ¿qué tendrá que ver en todo esto? ¡Qué débil fui! ¿Sabes que pienso? Que fuiste un egoísta, Paco. Sí, un egoísta. Por quitarme la idea de la cabeza. En aquel convento nos la daban con gusto. Se quitaban una boca del medio.  Cien mil pesetas no era dinero. Más costó tu "cochecito beige". ¿Y qué, si no era nuestra?. Lo hubiese sido.
 Anda, calla, calla. Ya no tiene arreglo.
 ¿Dónde está el álbum que tenía yo de la playa?  
E.Q.B.
(Créditos de la fotografía) http://www.todocoleccion.net/fotografia-artistica/foto-dedicada

miércoles, 3 de mayo de 2017

Tercera foto: El 600...

E
n éste están las primeras fotos de la playa de Benidorm, estrenando nuestro 600. Mira, aquí estamos los dos apoyados en él. ¡Anda, que menudo viajecito!. Hay que ver cómo nos las tuvimos que ingeniar para irnos solos y que no se apuntara tu hermana, ¿verdad?. Y menos mal, porque el coche iba hasta los topes. Claro que metía en la maleta muchas cosas, pero es que las necesitaba todas. Sí, Paco, los jerséis  gordos también. A veces te viene el frío de repente. En Benidorm  como en cualquier otra parte, aunque sea Agosto, nunca se sabe. Te recuerdo que era yo la que me ocupaba de todo el equipaje. Y bien que te venía no echar nada en falta ¡Ay, Paco, siempre quejándote, y lo que nos costó pagar aquel cochecito! Nunca te lo dije, pero todas las semanas quitaba del sobre de la comida un poco más de lo que tú apartabas, para devolverle  a tu madre cuanto antes  las sesenta y cinco mil pesetas. Y cuando recogimos las veinte mil de fianza que pusimos como aval,  se las dimos  de golpe. Por supuesto que me entró coraje cuando se te antojó el 1430 beige y casi no habíamos acabado de pagar éste. Un caprichito, Paco, un caprichito. Si, era infinitamente más grande, infinitamente más cómodo e infinitamente más caro. Ciento setenta mil “cucas” de las de entonces, y total, ¿cuánto lo usaba yo?  Una vez al año si me apuras. Si, si, cabía de todo. Y mi madre también Paco. Ni media, eh. De mi madre, ni media.


Bueno, calla, que voy a cerrar los ojos para acordarme bien de aquel primer verano en Benidorm. 
E.Q.B.

(Créditos de la fotografia)
http://www.balovega.com/2009/06/el-seiscientos-cumple-50-anos.html