Y la nada, que silenciosamente había decidido dejar de existir, se hartó del "penduleo" del arrogante tiempo, y quiso manifestarse de la forma más bella que su YO SOY le mostró, y sopló, y sopló, hasta levantar ese ligero polvo estelar, celeste purpurina, que a veces se desprende de las alas del precioso colibrí de mi jardín.
E.Q.B.
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