a
coge con sus propias manos y la parte en dos, y suena “crack”. Es el ruido que
nunca quiso oír, el ruido que nunca esperó oír.
Tumbado boca arriba, aún con los ojos abiertos y con el cuerpo como un colador, está su amigo del alma, el que le convenció para apuntarse, el que le sugirió que le siguiera: “nos vamos a forrar, hermano”, dijo. “Dos guerritas más y para casa”. Ahora, él debía mandar la mitad de la chapa a su viuda. Le acaricia los ojos mientras se los cierra y le agarra el mentón suavemente para besarlo en la boca. “Esta ha sido tu última hermano. Para mí es la primera. Me quedan todas hasta llegar a ti. Espérame”.
E.Q.B.
Tumbado boca arriba, aún con los ojos abiertos y con el cuerpo como un colador, está su amigo del alma, el que le convenció para apuntarse, el que le sugirió que le siguiera: “nos vamos a forrar, hermano”, dijo. “Dos guerritas más y para casa”. Ahora, él debía mandar la mitad de la chapa a su viuda. Le acaricia los ojos mientras se los cierra y le agarra el mentón suavemente para besarlo en la boca. “Esta ha sido tu última hermano. Para mí es la primera. Me quedan todas hasta llegar a ti. Espérame”.
E.Q.B.
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