viernes, 16 de febrero de 2018

Cuentos de ECONOMIA (I)...El Reino de la Alegría...

H


abía una vez un rey que reinaba en un país no muy lejano: EL REINO DE LA ALEGRIA.
Este rey tenía, entre otras cosas, un saco enorme lleno de monedas de oro, para repartir entre sus súbditos cuando llegaran a mayores y no pudieran trabajar.
 Resultado de imagen de imagenes de saco de dinero
Y el saco crecía y crecía porque el dinero corría por las calles del reino, y si algún día dejaba de correr, los bancos de aquel reino tiraban más y más; los súbditos podían comprarse de todo.
Un día, en un país allende los mares, hubo un gran terremoto que azotó a toda la Tierra, y las calles del Reino de la Alegría se hundieron, con lo que el dinero que corría por ellas desapareció. Sólo quedó sin tocar el gran saco de monedas de oro, porque el rey lo tenía escondido a buen recaudo.
-“Majestad – dijeron los dueños de los bancos-, no olvidéis que, hasta hace poco, sus súbditos estaban contentos por el dinero que nosotros tirábamos a la calle, y que después recuperábamos con creces. Esperamos que ahora, que no podemos tirarlo, su majestad tenga la bondad de devolvérnoslo. Sabemos que tiene un gran saco de monedas de oro”
-“Ciertamente –contestó el rey-, pero esas monedas son para mis súbditos más viejecitos”.
-“¡Ah! –Contestaron los bancos- ¡Cuán desagradecido sois! Si no nos devolvéis lo que con tanta generosidad os hemos dado, arrasaremos vuestro reino, quemaremos los montes y secaremos los pantanos”
Ante esta amenaza, el rey no tuvo más remedio que meter la mano en el saco de las monedas de oro e ir sacando de poquitos en poquitos para evitar grandes disgustos.
Una noche, el rey tuvo un sueño. Los bancos y sus amigos cada vez eran más ricos, y sus súbditos cada vez eran más pobres. Al paso de su carruaje, la gente le tiraba cáscaras de plátanos y de pipas y cacahuetes: “Majestad –le decían- ahí tenéis lo que sobra de nuestra comida”. Los caballos resbalaron y el rey fue a dar con sus huesos frente a un gran letrero que ponía: BIENVENIDO AL REINO DE LA TRISTEZA. “Médico, médico para su majestad”, gritaba el cochero, a lo que la multitud contestaba: “Ya no hay, se fueron al reino de al lado, porque aquí se morían de hambre”.
Esa misma mañana, el rey dictó una orden real, que mandó gritar al pregonero por todas las esquinas del reino. Decía así.
Por orden del rey, a partir de hoy, todos aquellos que hayan cogido más de cinco monedas de oro del saco, deberán ponerlas a disposición del reino. Del enriquecimiento obtenido gracias a esas monedas deberán devolver al reino al menos el 75%. Si han sacado las monedas del reino, deberán retornarlas y también pagar por el enriquecimiento un 90%. Tan sólo a aquellos, que habiendo cogido más de cinco monedas, se demuestre que las han utilizado para dar empleo al menos a mil de mis súbditos, y no hayan enviado fuera de este reino ni una sola de esas monedas, le será rebajado el porcentaje de 75% al 25%.
A aquel que no cumpla este mandato  todas sus posesiones, y las de sus familias le serán confiscadas, aquí o fuera del reino, debiendo trabajar el resto de su vida por el bien común.
Los habitantes del Reino de la Alegría recibieron esta noticia haciendo honor a su nombre. Se creó un comité de recogida de las monedas que se iban devolviendo. Al cabo de un mes ya se había llenado el saco casi entero. La mayoría de la población volvía a tener trabajo, y el rey mandó organizar una gran fiesta a la que todos los súbditos estaban invitados no teniendo nadie, excepto él, un puesto preferencial en la mesa.
Y colorín colorito, otro día otro cuentito.

E.Q.B.

miércoles, 14 de febrero de 2018

ESTOY VIVA...

D


ebería soñar contigo esta noche. Soñar que me importas, que aún te respeto.
Debería sentirte cerca esta noche,  y hacerte en mi cama un hueco.
Y abrazarme a ti, y rodearte con mis brazos,
Y dejar caer un te quiero en tu oído…
Debería dormir junto a ti esta esta noche y decirte: “Mi amor, yo no te olvido”.
Y dejar atrás todos los miedos, esos que me aprietan y hostigan el alma.
Cerrar los ojos y dormir profundo hasta que llegue el alba.
Esa alba que entra con luz cegadora, que todo lo arrasa, que todo lo quema,
Esa alba que nada perdona y que trae al frente toda mi pena.
Pero hasta que ella llegue, ¿por qué no seguir soñando?
¿Por qué no gritar al mundo que te sigo amando?
Porque la mentira existe entre mis sueños.
Ya no te amo, amor. Ya no eres mi dueño.
Luché, luché por dormir, y así, dormida, vivir soñando.
Sueños de amor, y de pasión y de morir amando.
Más si a la postre he de vivir, porque más amo mi vida.
Gritaré que ya no te amo, amor.
Gritaré que a pesar de ti, estoy VIVA.
E.Q.B.