stoy sentado en el sofá delante de una supertele plana que
me encanta. El sofá mola. Es reclinable. El tacto es suave, suave. Dice mi
madre que mataron a un montón de vacas para tapizarlo.
La tablet que me regaló mi padrino el otro día por mi cumple no deja de sonar baja de batería. Puff, tengo que conectarla, pero no me apetece levantarme; menos mal que tengo más de veinte juegos en mi Iphone negro.
La tablet que me regaló mi padrino el otro día por mi cumple no deja de sonar baja de batería. Puff, tengo que conectarla, pero no me apetece levantarme; menos mal que tengo más de veinte juegos en mi Iphone negro.
Vaya rollo de programa que está puesto. Creía que eran
dibujos. Pero no. Parecen niños, como yo. ¡Ah no!. Estos son de esos que no tienen
cosas y con las tapas de los botes se fabrican unos juguetes con un palo que
ruedan. Anda, ¡qué chuli!. Están jugando a esa tontería al lado de soldados que
llevan uniformes y fusiles igual que los de mi juego. Esos que cortan cabezas y
parten los cuerpos de los enemigos. Es mi juego favorito.
-“Rosa, Rosa, ven a enchufarme el cargador de la Tablet. - ¿Qué dices?, ¿que estás haciendo qué? - Me da igual. Ven ahora mismo que te lo mando yo. Tengo ocho
como si tengo veinte. Tengo que jugar a un juego que tengo en ella.- Estás tardando. ¡Cómo me tenga que levantar lo mismo te
tragas el palo del cepillo ese con el que haces lo único que sabes hacer!. - Mamá, mira, ven a ver a lo que juegan estos niños pobres.
Yo quiero estar ahí, al lado de esos soldados que son los de mi juego ese de
guerra. - ¡Ah!, y despide a Rosa, que no ha venido a ponerme a cargar
la Tablet".
E.Q.B.